domingo, 4 de diciembre de 2011

WALRUS*

*(Texto de José Manuel Aguilera, publicado originalmente en el número 43 de la revista La Mosca en la pared [Editorial Toukan, México, diciembre de 2000].)

A principios de los setenta, algún genio pirata de la publicidad en México decidió usar la sección de chelos de "I am the walrus" en un anuncio del canal 5. Ya no recuerdo qué es lo que anunciaban pero recuerdo los chelos. Esa música poderosa te enfrentaba a emociones de vértigo absolutamente desconocidas. Sólo que en ese entonces yo no sabía que eran chelos ni que era "Walrus" ni mucho menos sospechaba que era una rola de John Lennon. Únicamente sentía la fascinación: había ahí algo denso, majestuoso, casi amenazante.



Los Beatles aún estaban en el aire. Un algo tan universal y sincronizado con la época que uno lo daba por sentado: estaban ahí y era como hablar de Mickey Mouse o de Cri Cri o del futbol. Su música sonaba por todos lados, así que era inevitable oirla e impregnarse de sus melodías, aunque fuera por ósmosis o subconciencia. Entre quienes tomaban partido había un inmenso sector que los idolatraba incondicionalmente, los beatlemaniacos. Otro más reducido y prejuicioso los consideraba medio fresas y putones. Celosos tal vez de la histeria que provocaban en las chavas, argumentaban que era mejor entrarle directamente a los pesados: Black Sabbath, Led Zeppelin, el mismísimo Jimi Hendrix. Me convencieron fácil y gracias a ese prejuicio, me salté la manía.

Después fui redescubriendo a los Beatles gradualmente, al empezar a tocar: todo mundo se sabía alguna de sus rolas y era delicioso sacar "Blackbird" en la guitarra. Regresé "formalmente" a ellos a raíz del asesinato de Lennon. De nuevo estaban por todos lados. Ahora Lennon era San Lennon y su condición de mártir del rock permeaba todas las cosas. Pero por encima del mito estaba la música. Y fue magnífico reconocerla , sumergirme en ella y darme cuenta de que todo lo que me gustaba lo habían inventado estos güeyes (y el mismísimo Hendrix, claro está) muchos años atrás. Ahí estaban los chelos.

La fábula de Lennon es inmensa y seductora, tiene inumerables caras. Mito gigantesco y genial como ninguno, Lennon es el máximo rock-star y por lo tanto el más contradictorio. Un cliché y un paradigma. Por un lado, Lennon el mordaz y sarcástico, el carismático y el revolucionario. El working class hero que hace chistes de la realeza británica en sus propias narices. También está Lennon el solidario y amoroso, capaz de armar la pachequez hippie de Apple Corps con su cómplice McCartney y perder cantidades increibles de dinero, o renunciar a la cima del mundo por seguir a su musa japonesa por sobre todas las cosas.

Debajo de eso está Lennon el cruel, el ojete. El egomaniaco excesivo e incontrolable, el destructor; el resentido contra el abandono de sus padres que abandona a su propio hijo.

Está también el otro cliché, muy en boga en 1980, de McCartney-fresa, Lennon-pesado o McCartney-burgués, Lennon-políticamente correcto. Hay quienes siempre quieren encontrar al bueno y al malo de la película.

Pero nadie puede decir en qué medida Lennon es indisoluble de McCartney y de los Beatles. De qué manera la rivalidad con Paul, la complicidad con todos, incluido por su puesto George Martin (quien a sugerencia de Lennon escribió el famoso arreglo de chelos), determinan también su música. Después de los Beatles, Lennon siguió haciendo rolas chingonas: "Mother", "Love", "Mind games", "I'm losing you". Pero lo cierto es que después de 1970 ya nunca hizo otro "Walrus".

¿Cuál es el verdadero Lennon? Qué importa: todos y ninguno. Su grandeza estriba en que por cada una de esas caras hay una rola que lo justifica. El verdadero Lennon es el Lennon artista, el más genial hacedor de rolas que ha dado el rock. Y en ese sentido su generosidad fue extraordinaria.

Quién sabe si Lennon era revolucionario cuando se vestía de blanco y se tumbaba por días en la cama, frente a las cámaras, a protestar por la paz. Lo cierto es que era revolucionario cuando escribía "Tomorrow never knows".

Y además cantaba bien chingón, como no.


Hace poco me encontraba con una amiga (post-Beatles, debo aclarar) en uno de esos antros del centro que suelen ser la neta por algunos meses. El dj de pronto tuvo la ocurrencia de poner "A day in the life". Le comenté a mi amiga que esa rola me gustaba. Ella puso atención, pareció reconocerla y estuvo de acuerdo: "Sí, está bien chida. ¿Es Radiohead?". "Es un grupo un poco más antiguo", le dije. Pedir otro trago me pareció infinitamente más atractivo que la idea de entrar en cátedra. Pero lo verdaderamente singular es que la rola le gustara por sí misma, sin la connotación del mito. Más aún, que pensara que era una rola nueva. Aunque de hecho lo es. Nueva y vieja al mismo tiempo. Al igual que los chelos de "I am the walrus" que pasaban en el canal 5, "A day in the life" aún tiene la capacidad de seducirte en un bar del año 2000, aunque no sepas quién está tocando: la voz de Lennon, sus insólitos juegos de acordes, sus melodías de cangrejo, sus ideas de arreglos y sus letras, su espíritu mismo, conservan intacto el poder de tocarte.


En el otoño de 1967, los Beatles habían concluído Sgt. Pepper y la trágica noticia de la muerte de Brian Epstein aún flotaba en el aire. ¿Cuánto más podrían estar en la cima antes de iniciar su esplendorosa caída? El "verano del amor" también se desvanecía y en su lugar se dejaban oir noticias de razzias y apañones contra los músicos del brit-pop, entre otras crudezas. Lennon mientras tanto se paseaba por su recién adquirida mansión de Weybridge (excesiva, semivacía, absurda), alejado de todo y aparentemente desconectado del mundo. Lo único que hacía era darle vueltas en la cabeza a la frase rítmica de las sirenas de los carros de policía londinenses, rumiándola por días y días sin hablar con nadie (incluida su familia, que por cierto estaba a punto de tronar también). Intentaba el prodigio de unir esa frase con otras que tenía por ahí, para crear una imponente pieza que sería al mismo tiempo parodia de la psicodelia, canción de protesta y grito desesperado, en el más puro sinsentido a la Lewis Carrol. Y todo esto sobre una de sus endemoniadas secuencias de acordes. Al hacerlo, de nuevo Lennon captaba magistralmente el espíritu de la época y, sin decirlo textualmente, su sensible intuición vaticinaba que el sueño habría de terminar pronto: la amenaza de los chelos era real.

Mi Lennon favorito es el que está escribiendo "Walrus".

domingo, 9 de octubre de 2011

CAIFANES O EL KARAOKE MASIVO.

Faltan ya pocos minutos para que sean las 7:00 p.m. de este miércoles de octubre, cuando salgo del hotel en el que pernoctaré y busco el acceso más próximo al metro. Es la hora de los andenes y vagones atestados con los que ya dejaron un día más de vida en chambas agotadoras y poco redituables. Entro con grandes dificultades a un vagón del tren que corre desde Tacubaya en dirección a Pantitlán y mi mano comparte con otras cinco el tubo vertical que nos garantice el equilibrio cuando el convoy frene. Mientras el calor atrapado aquí me hace sudar hasta por el más recóndito de mis poros, admiro la capacidad de un chavo para dormitar de pie entre el hacinamiento y me aseguro de que la cartera no escape del bolsillo de mi pantalón. Desciendo en la estación Velódromo y busco la salida hacia ese puente peatonal que te lleva a las inmediaciones del Palacio de los Deportes. Apenas intentas salir de la estación y la compleja mafia de los revendedores te asaltan con el clásico "¿Te sobran o te faltan boletos, amigo?"; más adelante empieza la vendimia de chacharas diversas, con el nombre y los emblemas de la banda que hoy convoca a la multitud.

La compra de souvenirs no está en mi plan de hoy, pues considero que el costo del boleto y la habitación de hotel han sido ya un sacrificio suficiente; además, con una pesada grisura y gran estruendo, el cielo presagia tormenta y será mejor ingresar al Palacio antes que resignarse a pasar el concierto con la ropa empapada. Acelero el paso entre personas y puestos; llama mi atención el hecho de que hasta adolescentes de 15 ó 16 años lleven playeras alusivas a Caifanes. ¿Cómo conocieron ellos a esta banda? ¿Quién les inculcó ese gusto o quién los trajo al concierto de este 5 de octubre: papá, mamá, el hermano mayor...? ¿O sólo es el hecho de que Caifanes es la moda musical retro de este otoño en México?

Yo mismo no he terminado de definir por qué decidí invertirle dinero y tiempo a este concierto. ¿Mera nostalgia? ¿Manso cordero ante el gran negocio de los últimos años montado sobre la "reconciliación" de Saúl Hernández y Alejandro Marcovich? ¿Justo aprecio por una de las bandas más destacadas del nunca consolidado y muy paupérrimo "rock nacional"? Lo cierto es que ya llevo en la mano el boleto que me dará acceso a la última presentación de Caifanes en la ciudad de México, antes de que continúen con una gira nacional que hace apenas un año nadie hubiera concebido o presentido; paso todos los filtros de revisión y a las 7:30 p.m. ya canjeo un billete de 100 pesos por una caguama en vaso en el mezzanine del Palacio de los Rebotes.

Ocupo mi lugar en la sección intermedia; veo como no más de 5 ó 6 metros me separan de los privilegiados de la sección A y me hacen sonreir las forzadas y ridículas distancias que clasifican los boletos en 1500, 1200 y 800 pesos. En el escenario ya todo está dispuesto para que los Caifanes ingresen e inicien su show; afuera llueve y tan sólo una tercera parte de las sillas ya ha sido ocupada. Tendrá que pasar casi una hora y media para que el concierto inicie. Observo a algunos integrantes de la audiencia: su indumentaria acicalada y su actitud bastante fresa no me dan la seguridad de que distingan entre Caifanes y ese vergonzoso engendro de Saúl y Alfonso llamado Jaguares.

Por fin, un poco después de las 9 de la noche, el recinto ya está a su máxima capacidad. Entonces Diego Herrera se planta ante los teclados y ejecuta el preámbulo para la canción con la que los Caifanes abrirán, mientras la multitud aulla y aplaude ante el inminente fin de 15 años de espera. Después de unos 2 minutos, en los que el resto de la banda se posiciona en el escenario, de las guitarras de Marcovich y Saúl salen las primeras notas de "Viento". De aquí en adelante, el Palacio de los Deportes será una inmensa caldera de catarsis y karaoke masivo.

Nunca preocupado por guardar en mi pésima memoria el set list exacto de este concierto, me limito a identificar las canciones que generan los puntos más altos en esta noche cuasi ritual y donde miles de voces de afinación dudosa opacan por completo la de Saúl Hernández: "Perdí mi ojo de venado", "Mátenme porque me muero", "Antes de que nos olviden", "Los dioses ocultos" (la que sin duda genera más adrenalina, aullidos, coros desafinados, saltos y baños de cerveza en toda la noche), "Nubes", "Aquí no es así", "Metamorféame", "Ayer me dijo un ave"... Después de casi dos horas de remembranza, Caifanes simula el clásico cierre de concierto, para después permitir que su público incondicional los haga regresar tres veces al escenario; es entonces cuando "La célula que explota", "Afuera" y "No dejes que..." arrancan los últimos y más viscerales hilachos de voz que quedan en la audiencia. Desde la sección B, yo estoy satisfecho porque los Caifanes ya ejecutaron las cuatro canciones que en ellos considero como grandes logros (y en las cuales el karaoke masivo sólo llega a decibeles medios): "Nos vamos juntos", "Estás dormida", "La vida no es eterna" y "Sombras en tiempos perdidos". Antes de concluir, Saúl presenta a cada miembro de la banda y las fronteras entre lo estrictamente musical y el sentimentalismo se rompen cuando las grandes ovaciones se las llevan Marcovich y Sabo (a quienes el cáncer y un infarto, respectivamente, estuvieron a punto de llevárselos al Mictlán).

Son alrededor de las 12:00 a.m. cuando ya no tiene caso seguir en el Palacio. Salgo al estacionamiento, en busca de algún taxi. Cuando por fin ubico uno y cierro el trato con el chofer, compruebo que fue muy buena decisión evitar la compra de cualquier souvenir (150 pesos por llevarte a un punto que no está a más de 5 kilometros del lugar del concierto). Ya rumbo al hotel, tengo tiempo de preguntarme si un público también es bueno cuando canta en vez de escuchar y si Caifanes realmente fueron y son una banda con calidad y honestidad. En el silencio de la habitación alquilada, concluyo que es injusto que Caifanes cargue todo el tiempo con el saldo negativo de esa malograda camada de bandas llamada "rock mexicano", cuando discos como El Silencio y El nervio del volcán tienen hallazgos estéticos en nada despreciables. Con respecto a los dueños de las gargantas desgarradas, considero que su catarsis fue perfectamente justificable: Caifanes se disolvió demasiado pronto en 1996 y desde entonces ninguna banda del "rockcito nacional" (Hugo García Michel dixit) pudo lograr las dosis exactas de calidad artística e impacto masivo que la banda de Hernández y Marcovich consiguieron en el inicio de los 90's. La gente ahora recibe a Caifanes con una emoción desbordada antes que con la intención de revalorar cuidadosamente su propuesta musical del periodo 1988 - 1994; emoción desbordada que hizo volar las entradas para el Vive Latino 2011 como nunca antes y que agotó los boletos para el Coachella de este año en menos de una semana.

Lo triste es, entonces, que Caifanes viene a cantarnos las glorias de un periodo bien delimitado que hace 15 años expiró. En ningún seguidor sensato de la banda debe agazaparse la ilusión de que pudieran grabar un nuevo disco; por lo tanto, Caifanes es hoy más nostalgia que nuevas propuestas, más homenaje a un pasado con grandes logros que admiración por un presente pleno de creatividad artística... Ojalá que Caifanes termine pronto su gira nacional; ojalá que dentro de poco tiempo, su música sea de nuevo audible y atesorada sólo a partir de un CD o un archivo mp3, preservándola de ser el simple repertorio de una noche de karaoke masivo.

domingo, 25 de septiembre de 2011

20 AÑOS DE NEVERMIND.


En lo estrictamente musical, Nevermind no es el trabajo que yo más aprecie de Nirvana, pues el ánimo iconoclasta, visceral y nihilista del álbum In Utero siempre ha convocado más a mi admiración. Sin embargo, el significado cultural y social de Nevermind es enorme, comparado con el resto de los álbumes de Nirvana.

Nevermind (segundo álbum de estudio de Nirvana, después del Bleach de 1989) llegó, en el inicio de los años 90's, para inaugurar el último grito de autenticidad de todo aquello que cabe bajo la hoy vaga etiqueta de rock. Después de unos 80's saturados de pop blandengue, abuso de sonidos sintetizados y bandas de glam metal (que se preocupaban más por encrespar y teñir sus cabelleras que por serle fieles a alguna raíz del rock), Nirvana irrumpió el 25 de septiembre de 1991 con un álbum que vino a recordarle a Estados Unidos que los los 80's de Ronald Reagan no habían heredado a la juventud un paraíso, sino un páramo de alienación, hastío y pesimismo. A partir de una efectiva y demoledora fusión musical de punk y pop, Nevermind recopiló la ira, las lamentaciones, las paranoias y los balbuceos sin sentido de una generación que ya no veía por dónde o de qué manera podría germinar de nuevo el american way of life, a pesar de vivir entre compras compulsivas en los centros comerciales y televisores con 30 canales. Tres tipos vestidos como chavos de cualquier suburbio o pueblo jodido estadounidense, armados con sólo bateria, bajo y guitarra, se presentaron ante Estados Unidos y el mundo como el ácido que venía disolver el falso y empalagoso optimismo que Michael Jackson, Madonna, Bon Jovi, los políticos o los mass media predicaban con respecto al "sueño norteamericano" y el orbe occidental en general.

De cómo Nirvana ya no pudo deshacerse de la etiqueta de "líder del movimiento grunge" que el mainstream le asignó y de cómo éso jodió a Kurt Cobain hasta llevarlo al suicidio, ya mucho se ha escrito. Lo importante hoy es recordar que Nevermind de Nirvana es un objeto-evidencia fundamental para entender la historia musical, social, cultural, y hasta política, de las últimas 2 ó 3 décadas en el orbe occidental. Quiza Bleach, In Utero o cualquier otro álbum grunge sean más honestos, independientes y crudos en su propuesta estética, pero Nevermind fue el grito de batalla que inauguró en 1991 la última etapa de autenticidad para ese ente musical llamado rock. Nevermind cumple 20 años; la larga agonía de un rock que ya no se reconoce ni a sí mismo, también.

miércoles, 20 de julio de 2011

UN TIPO DE APELLIDO RAGOVOY.

Era el verano de 1992 y yo estaba en el cenit de mi adolescencia. En mi mente había una efervescencia donde lo mismo convivían Hermann Hesse y Juan Rulfo, marxismo mal digerido y Bhagavad~Gita, grunge y Beatles... En aquel verano, después de sólo conocer algunos datos de su biografía, escuché por primera vez canciones interpretadas por Janis Joplin y me prendí al instante de su visceral manera de interpretar el blues y el soul.

Al revisar la autoría de las canciones que más me gustaban de Janis, noté la presencia constante de un apellido: Ragovoy. "Pues este tal J. Ragovoy de plano es un gran cabrón", pensaba yo al escuchar "Piece of my heart" o "Get it while you can" en voz de la portentosa Joplin. Algunos meses después, encontré nuevamente a don Jerry Ragovoy como autor de una de mis canciones favoritas de los Rolling Stones: "Time is on my side".

El pasado miércoles 13 de julio, Jerry Ragoboy, compositor norteamericano nacido en 1935, falleció en la ciudad de Nueva York. En solitario o en mancuerna - y a veces bajo el seudónimo de Norman Meade-, Ragovoy fue compositor de memorables canciones en la decáda de los 60's. Sus primeros trabajos pueden rastrearse desde los 50's, pero es a partir de su ingreso al sello Chancellor Records (radicado en Philadelphia, Pennsylvania) que su prolífica carrera inicia formalmente; durante su estancia en dicho sello discográfico, Ragovoy genera algunos de sus mayores éxitos, entre los que sobresalen "Wonderful Dream" (1962, interpretada por The Majors), "Cry Baby" (1963, interpretada originalmente por Garnet Mimms and The Enchantters y posteriormente por Janis Joplin) y "Time is on my side" (que antes de las versiones de 1964 y 1965 de los Rolling Stones, fue grabada en 1963 por el trombonista Kai Winding). Entre 1966 y 1968, Ragovoy es contratado por Loma Records, subsidiaria de Warner Bros, e inicia así su contacto y colaboración con interpretes como Janis Joplin.

La contribución de Jerry Ragovoy a la música va más de sus composiciones en sí mismas; su disposición y participación para que interpretes de distintos géneros difundieran sus canciones, crearon provechosos y gratos puentes entre el soul, el blues y el rock (Ragovoy fue interpretado desde B. B. King hasta Elvis Presley, desde Janis Joplin hasta Aretha Franklin). Además, con la música como medio, Ragovoy contribuyó a que el anglosajón se reconociera a un nivel masivo en los pozos de melancolia de su hermano negro.

Los dejo a continuación con "Time is on my side" y "Get it while you can", en las versiones que considero memorables.






martes, 14 de junio de 2011

MEMORIA HÚMEDA


Hubo un mayo en que, negras y muy gordas, las nubes clausuraban nuestras tardes de jugar al amor y cebar el deseo.

Hubo un mayo de tormentas constantes, de zapatos húmedos y besos amparados por cornisas de cantera vieja.

Hubo un mayo que, con su fresca humedad nocturna, apaciguaba mi persecución mental de tu piel y tu sonrisa.

Hubo un mayo que sabía llorar conmigo.

Pero ahora las robustas y negras nubes, las tormentas y la humedad nocturna emigraron a junio, dejando a mayo convertido en un extenuante páramo. Y será por eso que el amor ya no es un juego, sino una tirana seriedad; que el deseo ya no se ceba y sólo se agota; que los zapatos húmedos son una calamidad y a los besos ya sólo los ampara un ánimo esterilizado.

Será por eso que hoy ya no reconozco nada sublime en tu sonrisa y tu piel maltrechas.

O será tan sólo que debo aprender a llorar con junio y así expulsar tu fantasma de mi memoria.

domingo, 5 de junio de 2011

HANK, SIN MAQUILLAJE.


Aquí dejo esta bonita imagen del hijo preferido del profe Hank, para que todos los adeptos al grupo Atlacomulco y a las camisas o playeras rojas, le dediquen un rosario.

viernes, 3 de junio de 2011

“DEL DESASTRE EDUCATIVO SON RESPONSABLES EL CATOLICISMO Y LA TV".


(Fragmento de la entrevista que, en agosto de 2009, el periodista Rogelio Villarreal realizó a Heriberto Yépez, quien es terapeuta, escritor y profeta post-moderno de tiempo completo. La entrevista se publicó originalmente en la edición de Milenio Semanal correspondiente al 16 de agosto de 2009).

RV: La cultura y la educación en México están en crisis. La mayoría de sus habitantes reprobaría un examen de primaria. ¿En qué momento se jodió México?

HY: México se jodió en 1968. En los años sesenta Estados Unidos, con todo y su racismo, reformó su sociedad. Los mexicanos no. Al cerrar la puerta al cambio de mentalidad en 1968 México comenzó a colapsarse. Díaz Ordaz es el mexicano típico. Sin ese cambio no puede haber capitalismo ni socialismo; no puede haber ningún tipo de avance. El gran problema de México es que no sabe actualizarse y, en cambio, condena a los que piden el cambio, los ironiza y aplasta. A México no le quedan muchas décadas. Tomó las decisiones equivocadas, es un Estado terminal.

RV: También eres autor de un breve libro: Contra la tele-visión. ¿Crees que la televisión es la verdadera Secretaría de Educación Pública?

HY: Educar significa reiterar nociones hasta que queden aprendidas. Del desastre educativo hay dos grandes responsables hoy: el catolicismo y la televisión. La forma en que ambas educan diariamente al mexicano lo vuelven impotente, alguien que se burla de sí mismo, un medio-ser incapaz de tener sexo placentero o de pensar por sí mismo, un idiota emocional, orientado al pasado, es decir, atemorizado. El mexicano tiene miedo de su fuerza; la condena. En el pasado fue castigado por intentar usarla; hoy se castiga él mismo. Y cuando alguien o algo llama a hacer un cambio drástico todos lo sofocamos para evitar el “castigo”, el cambio es visto como una amenaza. Queremos “seguridad”, es decir, que todo nos resulte “familiar”. Eso es lo que el PRI nos da: lo ya conocido. Si algo cambia, el mexicano siente que su mundo se va a acabar. Por eso es conservador.

RV: ¿Cómo podrías describir a Elba Esther Gordillo?

HY: Hay dos ciencias que avanzaron extraordinariamente en el siglo XX: la física subatómica y la psicología profunda. La ciencia psicológica actual nos permite entender que La Maestra permanece en el poder porque encarna el inconsciente femenino de sus aliados; la dependencia de Calderón respecto de ella se debe a que la parte femenina de la psique del presidente queda autorretratada por Gordillo, es su “ánima”, diría Jung; ella representa la figura femenina formada por madres manipuladoras, mermadas de su femineidad, tremendamente inseguras y que castran al varón. Cualquier hombre cuyo ser femenino interno posea este perfil caerá bajo el poder de Elba Esther. Creerá que la necesita, que sin ella no puede “ser”. La Maestra simboliza a la mamá que castra y a la que el mexicano ama.

RV: En el México machista la ley dice proteger a las mujeres pero muchísimas de ellas siguen siendo golpeadas, violadas, asesinadas...

HY: México es un país secretamente matriarcal. Los valores que predominan son los de madres no autorrealizadas, de ahí proviene buena parte del machismo. La reforma más importante que debe hacerse en México es una sanación de heridas heredadas. Si las mujeres disfrutaran su vida erótica, si fueran independientes económicamente y procrearan una vez que hubieran logrado esto el país avanzaría. De otra forma sólo transmitirán a sus hijos la dependencia y la falta de integridad. La mexicana desea la situación de dependencia que vive. La incultura le enseña a desear su autodestrucción. Lo mismo ocurre con el varón. El mexicano ya hizo suyo el odio que ha sufrido en el pasado. Se autodesprecia. Administra ese odio, por ejemplo, mediante la ironía, que es una ruptura incompleta con los valores dominantes. Sobre esto escribió Karen Horney: el cinismo y la ironía nacen de la frustración. Lo irónico niega algo, afirma lo que niega y reitera lo que critica; es una obediencia a regañadientes. “Uy, qué gobierno tan eficiente” significa “qué gobierno tan corrupto”, pero no se dice abiertamente, sino entre líneas, con amargura.

RV: ¿Así que la educación tiene la batalla perdida contra la “cultura popular”?

HY: No. No ha dado ninguna batalla. En México idealizamos la cultura popular. Si en el pasado era marginada, hoy la cultura popular controla los medios, es la élite total. Sustenta a todos los valores dominantes y reaccionarios. La cultura popular mexicana nos tiraniza y reduce. Está basada en culpar al otro, reírse de la madurez, aplaudir el subdesarrollo y creer que el estado de conciencia en que se encuentra es el mejor, lo más chingón, la neta de las netas. No cree en la superación. Sabe que si se supera se despediría de la forma de vida de su familia y eso es lo que no se quiere. La cultura popular es una mentalidad compartida por masas, empresarios y partidos.

RV: El socialismo fracasó. El capitalismo en México está infestado por la corrupción y los monopolios. ¿Hacia dónde ir?

HY: Para que el capitalismo avance se requieren periódicos, cambios de mentalidad que fomenten nuevas formas de vida, nuevos consumos. En este siglo México se convertirá en un obstáculo para el avance capitalista estadunidense; la integración con México sería un desastre para ellos. Llegará un momento en que Estados Unidos entrará en una crisis económica de la que sólo saldrán combatiendo a México, tomando control de sus recursos y, sobre todo, limitando el influjo de sus valores anticapitalistas, como lo supo el odioso Samuel Huntington. La norteamericanización de México es imposible. El catolicismo impide que los valores capitalistas se propaguen, porque el catolicismo mexicano idealiza el victimismo, el populismo, el miedo al cambio, la falta de iniciativa, el tradicionalismo. Llegará el momento en que ese país sólo podrá tomar provecho de México con la intervención.

RV: Es una perspectiva sombría...

HY: Este país ya no tiene cultura. México tiene costumbres que repite; una cultura existe si hay producción de bienestar. Guillermo Bonfil Batalla decía que la cultura es lo que permite transformar un legado, así que si no hay transformación no hay “cultura”. Para que volvamos a tener una cultura el sistema escolar mexicano, desde la primaria hasta la universidad, tendría que incluir programas terapéuticos, de diversa índole, que desprogramen a los jóvenes del legado reaccionario que les entregan costumbres, medios, religión y familia. El problema central de México es que no sabe construir una masculinidad ni una femineidad sanas. El varón se mantiene en un nivel infantil que oculta mediante la sobreactuación de clichés, el “machito”, y la mujer renuncia a su fuerza para volverse su “vieja”. Si deseamos una nación líder, o al menos con empleados eficientes, tiene que haber un severo cambio en la mexicanidad. Si queremos capitalismo, debemos desmantelar Televisa. Si deseamos algo superior al capitalismo, entonces habrá que desmantelar totalmente la llamada “mexicanidad”.

domingo, 29 de mayo de 2011

CARTA DE ERUVIEL ÁVILA A SU 50%.



Ecatepec, Estado de México, 30 de mayo de 2011.

Estimada Clase Política Mexiquense, que ha puesto en alto el nombre de nuestra entidad a partir de su triple y millonario éxito en la política, los negocios y las actividades altamente redituables, inclasificables e innombrables.

Fiel y pujante clase media del Valle de Toluca y Zona Conurbada, que por afortunada confluencia de tradiciones políticas, educativas y religiosas conservadoras, al final siempre preferirá al viejo conocido que al nuevo por conocer.

Querido y solidario sector popular de ciudades y pueblos en interminable e imperfecto desarollo, que siempre estará dispuesto a atiborrar los actos políticos de nuestro partido cuando el dinero en efectivo, los bultos de cemento, las comilonas, los empleos menores en los ayuntamientos, las playeras y las cachuchas lleguen en abundancia.

Siempre apreciable y compasible sector campesino de nuestras más reconditas localidades, que nunca responderá con un voto opositor a las raquíticas despensas, los banquetes de cerveza y barbacoa, los camiones repletos con material para las viviendas de la comunidad y los billetes de diversas denominaciones con los que cada 6 años colmamos de dicha a sus familias.

Combativas asociaciones de transportistas en nuestro estado, que siempre aportarán algarabía y numerosos asistentes a los actos del Partido Revolucionario Institucional y a los que nunca se les negarán placas de circulación o concesión de rutas, a pesar del pésimo servicio y las riesgosas situaciones a las que a diario exponen al usuario mexiquense del transporte público.

Tenaces tianguistas organizados de los mercados, plazas y calles de nuestro estado, que a la par de su lucha cotidiana contra superfluos proyectos en pos de rescatar al comercio establecido o la buena imagen urbana, fortalecen la estructura del PRI a través de sus inquebrantables e incorruptibles líderes.

Avasallante y agradecida burocracia de todas las instancias del gobierno estatal, que nunca dejará solo a su gobernador ni a los candidatos del PRI; directores, supervisores, jefes, auxiliares, secretarias y profesores concientes de que, cada 6 años, deben apoyar la continuidad de un sistema que por muchas décadas ha entregado importantes puestos de trabajo a quienes, considerando logros escalafonarios, no lo merecían.

Excelentísimos y venerables miembros de la jerarquía católica local y el clero de base, que promoviendo entre los feligreses la doctrina del mexiquense apacible y condescendiente, han aportado un pilar fundamental a la hegemonía octogenaria del PRI en el Estado de México.

Académicos, intelectuales, artistas y periodistas locales, que han tenido el gran tino de mantenerse ajenos a las posturas críticas de sus homólogos de instituciones y medios nacionales o de otras entidades:


A todos ustedes me dirijo para, antes que nada, AGRADECERLES DE TODO CORAZÓN el conformar ese 50% aproximado que mantiene a un servidor y al Partido Revolucionario Institucional, desde hace dos semanas, como el candidato al gobierno del Estado de México con la preferencia más alta en la encuesta diaria que, por nuestro encargo, difunde MILENIO DIARIO Y MILENIO TELEVISIÓN. MI agradecimiento se vuelve infinito cuando, en honor a la verdad, debo reconocer que mi falta de experiencia y mi poca madera para un cargo como el gobierno del Edomex, han quedado penosamente expuestas desde el jueves 19 de mayo, cuando participé en un foro televisivo donde Alejandro Encinas y Bravo Mena mostraron mayor capacidad, conocimiento y talento que yo.

Ahora queda claro que la fuerza decisiva en esta batalla por el gobierno del Estado de México, provendrá de ustedes y no de mí. Yo soy tan solo el hombre de paja en esta defensa de los intereses y las reglas que a ustedes y a mí nos han permitido arrebatar beneficios a quienes, quizá, lo merecían más que nosotros. La catástrofe política, social, económica y cultural que a mediano o a largo plazo se pronostica para nuestra entidad por mantenerse anclada en la cultura del priísmo más corrupto y negligente, no debe asustarnos. Hoy, O SON ELLOS O SOMOS NOSOTROS. Y en 2012, O ES ENRIQUE PEÑA NIETO O ES NUESTRA DEFINITIVA EXTINCIÓN COMO PARTIDO A NIVEL NACIONAL.

Por último, mi invaluable 50%, debo reiterarles mi COMPROMISO NÚMERO UNO; un compromiso que no firmaré ante ningún notario, pero que será el de mayor prioridad y que cumpliré durante 6 años si las urnas me instalan en el Palacio de Gobierno de Toluca: EL COMPROMISO DE QUE NADA CAMBIARÁ EN EL ESTADO DE MÉXICO. Porque cualquier cambio de fondo que altere las reglas no escritas que con tanto esmero construyeron nuestros antecesores priístas, equivale al fin de los privilegios que, en el límite de la ley y la corrupción, ustedes y yo hoy disfrutamos.

Sin más, me despido sin dejar de ponerme a sus órdenes, pero también recordándoles que el PRI no es sólo un hombre llamado Eruviel Ávila sino TODOS NOSOTROS Y LO QUE HEMOS CONSEGUIDO DURANTE 80 AÑOS.

(Rúbrica)
Eruviel Ávila

viernes, 13 de mayo de 2011

LA VOZ DE LA ASPIRACIÓN



"Me gustaría estar entre tus conocidos, pues eres un político exitoso... Me gustaría que, en más de una ocasión, me reconocieras entre el anonimato de los muchos rostros y me saludaras, para así dejar boquiabiertos a todos esos pendejos que también aspiran a un día recibir tu atención.

Elevarías mi ego hasta alturas insospechadas si yo pudiera llegar al recibidor de tu oficina sin previa cita y, sin embargo, ser atendida de inmediato por ti. Nada me daría más satisfacción que tenerte entre mis amigos de las redes sociales: nadie dudaría de mi capacidad para relacionarme con personas que administran el gran banquete desde el cual caen las migajas para la bola de dejados y conformistas...

Sí, me gustaría presumir que me conoces y que, incluso, deseas llevarme a la cama; pero sobre todo, presumir que soy candidata a ser beneficiada con una de tus decisiones arbitrarias que dan un excelente puesto de trabajo a quien no cumple con el perfil requerido; o que sacan de un gran embrollo con la justicia por el camino corto de la impunidad... Gran triunfo en mi carrera contra la mediocridad será el recibir de ti los favores que me permitirán usar a los demás como peldaños y llegar a esas alturas donde tú y yo nos abrazaremos con descaro, celebrando nuestras victorias.

Y antes que mentarme la madre, los demás estarán obligados a agachar la cabeza y solicitar mi intercesión ante ti. Pero para mí esto ya no importará: allá ellos. Que entiendan de una vez por todas que en este pueblo, en este estado y en este país, cada quien debe rascarse con sus propias uñas."

jueves, 28 de abril de 2011

EL PAÍS DE LÓPEZ-DÓRIGA



Para nadie es un secreto que el Canal de las Estrellas es el más sintonizado por los televisores mexicanos. Millones de ánimos y desalientos en nuestros país son generados desde la señal que ha dejado innumerables ganancias económicas y políticas al clan Azcárraga. Más de medio país baila, de lunes a viernes, al son que le tocan un pueril Loret de Mola, una barra de oligofrénicos programas matutinos, un maratón vespertino de lacrimógenas telenovelas y ... un noticiero nocturno especializado en "dosificar" la realidad con el toque chic del mojigato Joaquín López-Dóriga.

¿Cuántos son exactamente los mexicanos que tienen como referente de "buena información" el noticiero de López-Dóriga? ¿Cuántos son los mexicanos que engullen su cena o se recuestan comodinos a las 10:30 p.m. para recibir "las noticias del día" de ese señor que, con su sóla criolla presencia ante la cámara, garantiza a millones de mestizos que recibirán las netas de mayor prioridad? ¿Cuántos mexicanos se duermen con la certeza de que las rebeliones ciudadanas en el Medio Oriente o un cursi y caduco ritual llamado "Boda Real" son más importantes que el desastre político de su país? ¿Cuántos mexicanos despiertan recordando como noticia importante que un Papa que protegió sacerdotes pederastas y bendijo dictaduras de derecha será beatificado? ¿Cuántos mexicanos no comentarán con sus cuates de la chamba las terribles cifras de las narco-fosas del norte de la república y sí la estadística futbolera previa a la liguilla?

¿Cuántos mexicanos viven en el país de López-Dóriga? Ese país donde lo prioritario no es la realidad, sino enterrar la cabeza en la arena... Como el avestruz.

domingo, 3 de abril de 2011

EL ÚLTIMO ADIÓS*

*(Texto de Sergio Monsalvo C., publicado originalmente en La Mosca en la Pared, Especial No. 1 [Editorial Toukan, mayo de 2003]).

En los albores de la civilización, Homero, el escritor griego, registro el suicidio y sus razones: el dolor de la existencia dentro de una situación intolerable era una de ellas. El malestar que se sufre en las comunidades contemporáneas deriva de las mismas causas de entonces: "No se puede contrarrestar esa corriente de tristeza sin señalar a las sociedades que gobiernan las vidas de los individuos". [Kurt] Cobain en muchas ocasiones ya había dado aviso. Anunció su muerte, la presintió y la provocó. Su trabajo creativo fue todo ello. Los problemas existenciales y de estrés lo enfrentaron a barreras insalvables, desde su punto de vista. El futuro perdió toda proporción para él. Sintió debilitados los nexos que lo unían a la sociedad y a la vida. Optó por el suicidio.

Entre el 5 y el 6 de abril de 1994, Kurt Cobain se dio un tiro en la cabeza. El eco de aquel disparo aún no termina de desvanecerse en millones de cabezas. [...] La fuerza que esta muerte ejerce sobre las emociones y la imaginación aún representa un misterio.

No es posible reducir su efecto a hechos sencillos como canciones excelentes, un grupo magnífico y un cantante destacado, ni siquiera a su calidad de "voz de una generación". La respuesta no se encuentra tampoco en un examen detenido de los detalles de su vida. No fue algo simple el motivo que lo empujó a abandonar este mundo. Nunca lo es aquello que induce a una persona a elegir la muerte. [...] Tal vez no sepamos nunca cuál haya sido la mezcla de factores bioquímicos, antecedentes familiares, drogadicción, abandono, celebridad y odio por sí mismo que llevó a Cobain a autoinmolarse.

La noche en que se halló el cadáver, una persona entrevistada al respecto dijo: "¿Cómo establecer contacto con un tipo que se cree cada vez más fracasado conforme crece el número de personas que responden a lo que hace?". Dicho cuestionamiento determina lo que Cobain escribió antes de suicidarse, recado que merece un análisis más profundo del que se le ha dedicado. [...] Si bien sería una tontería considerar la despedida redactada por alguien antes de matarse como única explicación posible de sus motivos para hacerlo, lo sería por igual pasarla por alto y desechar sus implicaciones.

"Este recado será sin duda fácil de comprender -apuntó Kurt en la nota-. Mostraron ser muy ciertas todas las advertencias que me fueron hechas en las lecciones básicas del punk que recibí a lo largo de los años, desde mi primer contacto con -digamos- la ética inherente a los conceptos de independencia y pertenencia a la comunidad. Hace demasiado tiempo que no experimento más la emoción de escuchar música además de crearla, así como de verdaderamente escribir algo. [...] No puedo engañar a nadie, y eso no es justo ni para ustedes ni para mí. El peor crimen que se me ocurre es el de fingir para seducir a la gente, de hacer como que me divierto al cien por ciento".

[...] Las "advertencias" que menciona Cobain se refieren a la traición de los ideales, concepto que puede o no incluir el éxito comercial. Las dos corrientes de autenticidad del rock (folk y punk) convergieron, al fin, en los Estados Unidos. Es posible ubicar el momento de manera precisa en la canción "Out of the Blue and into the Black" (1979) de Neil Young, citada por Cobain en una parte del recado [...] Habrá que recordar que a finales de los setenta Young interpretó "Out of the Blue" dos veces, una al estilo folk con guitarra acústica y armónica, al principio del álbum, y otra al final acompañado por una guitarra triturante premonitoria del grunge: "Hey, hey, my, my / El rock'n roll no morirá jamás / Cuando sales de lo azul y entras a lo negro". Sin embargo, ésas no fueron las líneas recordadas por Cobain al redactar su despedida. La frase que el citó es la que todo mundo tiene presente: "Es mejor extinguirse en una llamarada que desvanecerse poco a poco". Palabras que ni siquiera figuran en la versión grunge, sólo en la folk.



La búsqueda de la autenticidad en el rock le llegó a Kurt Cobain como leyenda y legado histórico. Para él, la ausencia de diversión no era una protesta sino expresión de la naturaleza real de las cosas, presentes y futuras. En el mundo dentro del cual había nacido resultaba inconcebible cambiar algo. Lo más a lo que se podía aspirar era a mantenerse libre de corrupción y fiel a los principios, a no venderse ni convertirse nunca en farsante, a no fingir nunca. [...]

Cobain llegó a sentirse atrapado, sin duda, por la adoración de los intolerantes, de los fresas y los inconscientes, quienes consideraban a "Smells Like Teen Spirit" como una canción para animar fiestas y para los cuales el bizarro video de las porristas no era una anomalía sino el reflejo auténtico del mundo en el que se encontraban cómodamente instalados. Atrapado, como las lecciones básicas del punk le advirtieron que sucedería. Al cantar: "Ahí está un amigo, ahí está un amigo, ahí está un enemigo", parecía estarse dirigiendo, uno por uno, al auditorio de un concierto [...] Dicho en breve, al admitir en voz alta que en efecto sentía dolor dentro del mismísimo corazón de su ser, definió a la perfección el dilema que enfrentaba.

Con todo, [Kurt] logró comunicarse. Nadie, ni siquiera él, lo podía negar por completo. Es posible que cada quien haya escuchado lo suyo, no lo que Kurt quería que se oyese, pero siempre se sacaron grandes cosas de la música de Nirvana. A final de cuentas es posible que éste haya representado, para Kurt Cobain, el aspecto más aterrador de su vida y su carrera. Creía encontrarse solo con sus sentimientos, pero resultó que al sentirse solo logró comunicarse con todo el mundo.

lunes, 14 de marzo de 2011

LA TOLUCA DE IBAÑEZ Y LA DE PEÑA NIETO.


En el año de 1929, se publicó en Madrid la novela La sombra del caudillo, escrita por el intelectual, político y literato mexicano Martín Luis Guzmán. Usando personajes ficticios, Guzmán aborda y recrea en la trama el contexto político mexicano derivado del papel del general Álvaro Obregón como jefe máximo de la Revolución entre 1920 y 1928.

El personaje principal de la novela es Ignacio Aguirre, Ministro de Guerra en el periodo presidencial del Caudillo; se acerca la sucesión presidencial y el Caudillo debe designar a quien será la próxima cabeza del poder federal. Aún cuando el apoyo de muchos políticos y militares favorece al general Aguirre, el Caudillo se inclina por Hilario Jiménez, su Secretario de Gobernación. Ante este panorama, Aguirre se debate entre ser fiel al Caudillo y sus designios o dejarse arrastrar por quienes desean verlo en la silla presidencial; en este dilema, el diputado Axkaná González funge como amigo y conciencia política objetiva de Aguirre. El juego de personalidades es muy claro en la novela. El personaje de Ignacio Aguirre se construye a partir de los dos generales que en la realidad se opusieron a la voluntad de Álvaro Obregón como “gran elector” en 1923 y 1927, respectivamente: Adolfo de la Huerta y Francisco R. Serrano; el Caudillo es la representación de Álvaro Obregón; e Hilario Jiménez es el arquetipo de Plutarco Elías Calles. Al final de la trama, Aguirre y 13 de sus seguidores huyen tratando de evadir un proceso militar que les ha abierto el Caudillo, pero son traicionados y detenidos en Toluca. Al ser trasladados hacia la ciudad de México, Aguirre y sus seguidores son asesinados a la orilla de la carretera.

La obra de Martín Luis Guzmán tendría nueva resonancia en el año de 1960, cuando el director mexicano Julio Bracho realizó la versión cinematográfica de la novela. Para 1960, habían pasado quince años desde que el último presidente militar finalizara su mandato y los eventos que narra la novela de Guzmán formaban parte de la historia política mexicana, por lo que Julio Bracho no consideró que pudiesen incomodar a nadie. La filmación de la película no sufrió contratiempos e incluso gozó de amplias facilidades al permitirse su rodaje en la Cámara de Diputados y el Castillo de Chapultepec.

Sin embargo, la película fue vetada desde antes de su exhibición. El veto que impidió su estreno comercial en México nunca fue explícito, aunque versiones fundadas en meros rumores señalan que un grupo de militares consideraron que no debían ventilarse en el cine cuestiones históricas comprometedoras, por lo que la autorización para la exhibición fue denegada. El veto para La sombra del caudillo se prolongó durante 30 años, en los cuales fue imposible encontrar alguna copia de la película, hasta que el 25 de octubre de 1990 - y con el auspicio del entonces Presidente de la República, Carlos Salinas de Gortari- la cinta fue estrenada.

De esta verdadera película maldita del cine mexicano, me gustaría compartirles una de sus secuencias inolvidables: En ella, Catarino Ibañez, gobernador del Estado de México, recibe instrucciones para realizar en Toluca un mitote político a favor de Hilario Jiménez; sin embargo, en el intrincado y accidentado juego de intereses que rodea a la sucesión presidencial, el gobernador Ibañez debe terminar por redireccionar su apoyo hacia el contrincante de Jiménez, Ignacio Aguirre. En medio de estas viscitudes, Catarino Ibañez saca a relucir lo mejor del modus operandi político que ha dado fama a Toluca y a Atlacomulco hasta el día de hoy.

¿Será que el parecido entre la Toluca de Ibañez y la de Peña Nieto es mera coincidencia?... Yo no lo creo. Pero ustedes tienen la última palabra.




sábado, 12 de marzo de 2011

VER MORIR

El suceso no es nuevo: mientras tú capoteas la vida con cierta placidez, te llega de pronto la noticia de que alguno de tus héroes murió. Claro que hay una gran distancia entre la muerte de un cuate que muchas veces la chocó contigo y la de un cabrón que admiraste pero que, incluso, nunca viste en carne y hueso. Si un cuate muere, lo que se te revela de golpe es la espantosa fragilidad de tu propia existencia y la de todos los que quieres; pero cuando uno de tus héroes culturales o musicales muere, te invade un sentimiento de orfandad intelectual y espiritual: alguien que legitimaba tus ideas y sentimientos más preciados, se ha ido. La sensación de orfandad se acrecenta en razón de que la mayoría de tus héroes son generacionales, y por lo tanto, insustituibles.

En esta última semana, dos más se agregarón al desolado valle de mis héroes caídos: Michael Starr (ex-bajista de la banda Alice in Chains) y Rita Guerrero (ex-vocalista de Santa Sabina). Michael Starr y su poderoso bajeo, son elementos esenciales de aquella primera mitad de los años 90's, oscura y desgarrada, donde los álbumes Dirt y Jar of flies atizaban mis tormentos; al igual que a Kurt Cobain y a Layne Staley (vocalista de Alice in Chains), la adicción al limbo de la heroína y otras drogas lo persiguió hasta el momento de su muerte.



Por su parte, Rita Guerrero, de inconmensurable belleza, contribuyó con su voz y con sus letras a afinar mi visión oscura, pero con la peculiaridad de esa inigualable carga erótica (vampírica) que Rita supo dar en álbumes de Santa Sabina como Símbolos y Babel. Grandes sobrevivientes (con dignidad) de aquel boom del rock mexicano a inicios de los 90's, Rita y Santa Sabina mantuvieron siempre la calidad estética de su propuesta, por encima de cualquier exigencia de mercado que les diera el mismo patético final que a Saúl Hernández y sus Jaguares.

... Pero ¿quién será el próximo en caer? ¿Quién será el próximo en desprenderse del domo generacional que tan bien nos guarecía de la cruel tormenta de lo intemporal?...