domingo, 30 de mayo de 2010

YO CONOZCO ESE LUGAR...



La noche del 15 de mayo de 2010, después de ofrecer un concierto en Caracas, Gustavo Cerati sufrió lo que sus médicos han definido como un accidente cerebrovascular (ACV) y que en nuestras expresiones comunes corresponde a embolia cerebral. Al día de hoy, 30 de mayo, hay mucho hermetismo con respecto a las secuelas que el padecimiento ha dejado en el compositor y cantante argentino.

No escribiría sobre Cerati si su música no fuera parte de un importante tramo de mi vida, sobre todo en su etapa como líder de la banda Soda Stereo. Pero la razón para escribir hasta hoy, cuando ya han pasado muchos días desde aquella fatídica noche de Cerati en Caracas, se debe quizá a esa faceta mía que se ruboriza al reconocer, en un espacio como el blog, que Cerati y su Soda Stereo forman parte del soundtrack de mi adolescencia. Después de que renuncié en 1992 a lo que llamé "pop fresa" y me dediqué a ondear banderas a favor del grunge y otros ritmos gruesos, no ha sido fácil volver a los territorios de "Cuando pase el temblor", "Persiana americana", "Signos" o "En la ciudad de la furia". De hecho, mi reconciliación con Cerati inició hasta que escuché su álbum Bocanada (un álbum muy bueno, sublime), en 1999 ó 2000; él ya ejercía más como solista y mi fiebre grunge yacía tres metros bajo tierra.



El pedo de haber sido fan de Cerati y su Soda Stereo, se debe al contexto y el modo en que su música aterrizó en México. Era la segunda mitad de los 80's. Televisa y disqueras que detectaron eso que llaman "un importante nicho comercial" entre adolescentes atolondrados de aquel entonces, planearon una invasión de bandas españolas, argentinas y chilenas, principalmente. Aquella invasión fue denominada "Rock en tu idioma" y trajo propuestas tan pueriles como la de los Hombres G o tan agradecibles como las de Radio Futura o Charly García.

Cuando "Rock en tu idioma" tomó por asalto la televisión y la radio, aún estaba fresca en la memoria de muchos mexicanos (sobre todo en la de los capitalinos) el terremoto de 1985. Entonces, cuando Cerati cantó "Estoy/ sentado en un cráter desierto,/ sigo aguardando el temblor...", aseguró la entrada de su canción en la psique de muchos chavos mexicanos (aún cuando, si se analiza con cuidado el resto de la letra, queda claro que Cerati no habla de un sismo, sino del temblor corporal derivado de los síntomas de abstinencia). Pero "Rock en tu idioma" y Soda Stereo vinieron también a alborotar ancestrales traumas del "ser mexicano": escuchar "rock en español" implicaba el terco anhelo de ser algo más que el naco promedio; era dar la espalda a Los Bukis, a Chicoché,a la Sonora Dinamita; era escuchar algo que sonara más fino y apegado al modo de vida del niño clasemediero-fresa-junior, aún cuando conseguir y ejercer a totalidad ese modo de vida fuera, para muchos, el más guajiro y ridículo de los sueños.

Por lo tanto, escuchar a alguien como Soda Stereo en México podía representar, para los demás, una actitud bastante petulante y pretenciosa. Las atmósferas sonoras de sus canciones, los temas y el léxico empleados en sus letras, el tipo físico que en México corresponde al sector de los criollos opulentos... Todo conspiraba para que Soda fuera catalogado como propiedad de los juniors fresas y de unos cuantos mestizos ridículos que se avergonzaban de su origen.

Hoy, a la distancia, pesa todavía en mí esa sentencia nunca formalmente dictada: fuí un mestizo jodidón que traicionó a su raza, que decidió tararear "En la ciudad de la furia" a pesar de no ser un guapo güerito hijo de papi, con buena nave y harta lana; un mestizo jodidón que nunca podría rolarla en los antros de moda del DF ni vivir un interminable trajín entre ricas nenas, condones, finos alcoholes y cocaína, y a pesar de todo esto, escuchar una y otra vez, con genuina emoción, "Signos" o "Prófugos". Aquella sentencia nunca formalmente dictada suelo pensarla a partir de un dilema: ¿Es Cerati el petulante y pretencioso que todos llevamos dentro? Quizá.

Mucho se ha dicho y escrito ya sobre Soda Stereo en lo exclusivamente musical: que si nunca pasaron de ser una mala copia de ciertas bandas anglosajonas post-punk, que si sus letras son el mejor ejemplo de ser pretencioso en una Latinoamérica doblegada por el desastre educativo y la indigencia cultural, que si fueron una banda sobrevalorada por fans que no veían más allá de su nariz en cuanto a actualidad musical mundial... Quizá todo lo anterior es verdad, quizá sólo lo es en cierta medida. Pero no puedo dejar de agradecer a Cerati y su Soda Stereo canciones suyas que, en su momento y a falta de algo mejor, le dieron un vuelco a mi sensibilidad.