lunes, 14 de marzo de 2011

LA TOLUCA DE IBAÑEZ Y LA DE PEÑA NIETO.


En el año de 1929, se publicó en Madrid la novela La sombra del caudillo, escrita por el intelectual, político y literato mexicano Martín Luis Guzmán. Usando personajes ficticios, Guzmán aborda y recrea en la trama el contexto político mexicano derivado del papel del general Álvaro Obregón como jefe máximo de la Revolución entre 1920 y 1928.

El personaje principal de la novela es Ignacio Aguirre, Ministro de Guerra en el periodo presidencial del Caudillo; se acerca la sucesión presidencial y el Caudillo debe designar a quien será la próxima cabeza del poder federal. Aún cuando el apoyo de muchos políticos y militares favorece al general Aguirre, el Caudillo se inclina por Hilario Jiménez, su Secretario de Gobernación. Ante este panorama, Aguirre se debate entre ser fiel al Caudillo y sus designios o dejarse arrastrar por quienes desean verlo en la silla presidencial; en este dilema, el diputado Axkaná González funge como amigo y conciencia política objetiva de Aguirre. El juego de personalidades es muy claro en la novela. El personaje de Ignacio Aguirre se construye a partir de los dos generales que en la realidad se opusieron a la voluntad de Álvaro Obregón como “gran elector” en 1923 y 1927, respectivamente: Adolfo de la Huerta y Francisco R. Serrano; el Caudillo es la representación de Álvaro Obregón; e Hilario Jiménez es el arquetipo de Plutarco Elías Calles. Al final de la trama, Aguirre y 13 de sus seguidores huyen tratando de evadir un proceso militar que les ha abierto el Caudillo, pero son traicionados y detenidos en Toluca. Al ser trasladados hacia la ciudad de México, Aguirre y sus seguidores son asesinados a la orilla de la carretera.

La obra de Martín Luis Guzmán tendría nueva resonancia en el año de 1960, cuando el director mexicano Julio Bracho realizó la versión cinematográfica de la novela. Para 1960, habían pasado quince años desde que el último presidente militar finalizara su mandato y los eventos que narra la novela de Guzmán formaban parte de la historia política mexicana, por lo que Julio Bracho no consideró que pudiesen incomodar a nadie. La filmación de la película no sufrió contratiempos e incluso gozó de amplias facilidades al permitirse su rodaje en la Cámara de Diputados y el Castillo de Chapultepec.

Sin embargo, la película fue vetada desde antes de su exhibición. El veto que impidió su estreno comercial en México nunca fue explícito, aunque versiones fundadas en meros rumores señalan que un grupo de militares consideraron que no debían ventilarse en el cine cuestiones históricas comprometedoras, por lo que la autorización para la exhibición fue denegada. El veto para La sombra del caudillo se prolongó durante 30 años, en los cuales fue imposible encontrar alguna copia de la película, hasta que el 25 de octubre de 1990 - y con el auspicio del entonces Presidente de la República, Carlos Salinas de Gortari- la cinta fue estrenada.

De esta verdadera película maldita del cine mexicano, me gustaría compartirles una de sus secuencias inolvidables: En ella, Catarino Ibañez, gobernador del Estado de México, recibe instrucciones para realizar en Toluca un mitote político a favor de Hilario Jiménez; sin embargo, en el intrincado y accidentado juego de intereses que rodea a la sucesión presidencial, el gobernador Ibañez debe terminar por redireccionar su apoyo hacia el contrincante de Jiménez, Ignacio Aguirre. En medio de estas viscitudes, Catarino Ibañez saca a relucir lo mejor del modus operandi político que ha dado fama a Toluca y a Atlacomulco hasta el día de hoy.

¿Será que el parecido entre la Toluca de Ibañez y la de Peña Nieto es mera coincidencia?... Yo no lo creo. Pero ustedes tienen la última palabra.




sábado, 12 de marzo de 2011

VER MORIR

El suceso no es nuevo: mientras tú capoteas la vida con cierta placidez, te llega de pronto la noticia de que alguno de tus héroes murió. Claro que hay una gran distancia entre la muerte de un cuate que muchas veces la chocó contigo y la de un cabrón que admiraste pero que, incluso, nunca viste en carne y hueso. Si un cuate muere, lo que se te revela de golpe es la espantosa fragilidad de tu propia existencia y la de todos los que quieres; pero cuando uno de tus héroes culturales o musicales muere, te invade un sentimiento de orfandad intelectual y espiritual: alguien que legitimaba tus ideas y sentimientos más preciados, se ha ido. La sensación de orfandad se acrecenta en razón de que la mayoría de tus héroes son generacionales, y por lo tanto, insustituibles.

En esta última semana, dos más se agregarón al desolado valle de mis héroes caídos: Michael Starr (ex-bajista de la banda Alice in Chains) y Rita Guerrero (ex-vocalista de Santa Sabina). Michael Starr y su poderoso bajeo, son elementos esenciales de aquella primera mitad de los años 90's, oscura y desgarrada, donde los álbumes Dirt y Jar of flies atizaban mis tormentos; al igual que a Kurt Cobain y a Layne Staley (vocalista de Alice in Chains), la adicción al limbo de la heroína y otras drogas lo persiguió hasta el momento de su muerte.



Por su parte, Rita Guerrero, de inconmensurable belleza, contribuyó con su voz y con sus letras a afinar mi visión oscura, pero con la peculiaridad de esa inigualable carga erótica (vampírica) que Rita supo dar en álbumes de Santa Sabina como Símbolos y Babel. Grandes sobrevivientes (con dignidad) de aquel boom del rock mexicano a inicios de los 90's, Rita y Santa Sabina mantuvieron siempre la calidad estética de su propuesta, por encima de cualquier exigencia de mercado que les diera el mismo patético final que a Saúl Hernández y sus Jaguares.

... Pero ¿quién será el próximo en caer? ¿Quién será el próximo en desprenderse del domo generacional que tan bien nos guarecía de la cruel tormenta de lo intemporal?...