jueves, 29 de julio de 2010

ARQUEOLOGÍA MUSICAL: Arabian Knights (1981).

Inauguro con esta entrada la sección de Arqueología Musical: rolas viejitas, pero ponedoras, que de pronto rondan incesantemente en mi cabeza. Aquí les dejo a la sublime Siouxsie, con sus Banshees, interpretando su rolón "Arabian Knights". Pasen por alto los ingenuos efectos especiales del video y disfruten la excelente combinación de la voz de Siouxsie y esa tremenda mancuerna de guitarra-bajo.

sábado, 3 de julio de 2010

SYD, THE FOOL


Cada 7 de julio se cumple un aniversario más de la muerte de Roger Keith Barrett, mejor conocido en el ámbito musical como Syd Barrett. La biografía de este tipo ha ejercido siempre sobre mí una gran fascinación, al igual que su música.

Syd Barrett nació en Cambridge, Inglaterra, el 6 de enero de 1946. El arribo a su adolescencia estuvo enmarcado por el interés en la pintura, las guitarras eléctricas y el boom de los grupos ingleses juveniles de blues, rock y pop. En mancuerna con Roger Waters, Barret fundó el proyecto musical que terminaría por denominarse Pink Floyd. Era el mediodía de la década de los 60's y el consumo de sustancias alucinógenas era elemento infaltable en la cultura juvenil que apostaba a la música como vehículo de expresión. Syd Barrett estaba destinado desde siempre a ser The Fool, el personaje de la carta que porta el número 0 en el Tarot de Rider Waite: el jovenzuelo que ha roto por completo su vínculo con lo que la moral dominante llama sensatez y que se lanza, bello y suicida, al abismo de los juegos mentales más extremos.

1967 fue decisivo para Syd Barrett y para aquella primera formación de Pink Floyd que, además de Roger Waters, ya incluía a Nick Mason en la batería y a Richard Wright en los teclados. En aquel año, EMI editó los primeros sencillos de Pink Floyd: la sensacional rola "Arnold Layne" y "See Emily Play". Después vendría un portento mayor: la grabación del álbum The piper at the gates of dawn, donde en 11 tracks quedó plasmadó lo más luminoso y lo más siniestro de aquella peculiar manera en que Barrett procesaba la psicodelia sesentera: imaginería de cuentos infantiles y de leyendas del folklore inglés, referencias al ocultismo medieval y al del lejano oriente, alegorías sin tapujos al viaje lisérgico, la recreación de universos infantiles como escupitajos a la cordura adulta... y todo ambientado por los amenazantes y frenéticos acordes que Barrett arrebataba a su guitarra eléctrica y Wright a sus teclados en piezas como "Astronomy Domine", "Interstellar overdrive" o "Lucifer Sam"; o la atmósfera etérea e hipnótica de instrumentos acústicos y sonidos sintetizados en "Flaming", "Chapter 24" o "The scarecrow".

 

 Pero cuando la luz de Syd era resplandor con el álbum The Piper..., paradójicamente, iniciaba su ocaso. Aunque si tomamos como profecía los versos de "Chapter 24" (que están basados en el Hexagrama 24 del I Ching, en el cual se hace referencia al eterno ciclo luz-oscuridad-luz, mediodía-ocaso-amanecer, verano-invierno-verano, fortuna-infortunio-fortuna), nada es paradoja y todo tiene una lógica cósmica: Barrett llegó aceleradamente a su mediodía y se precipitó igualmente rápido hacia las sombras. Entre 1967 y 1968, los viajes constantes a los mundos del LSD comenzaron a repercutir notablemente en la capacidad de Syd para mantener esa mínima "normalidad" necesaria para actuar ante el público en un concierto, llevar a buen término una sesión de grabación o mantener un nivel de interacción social "aceptable". Para Barrett perdió todo significado su papel de estrella juvenil del rock psicódélico: su brújula interior creó nuevos puntos de referencia, aceleró su inmersión en las subterráneas aguas del sinsentido antes que presentir la necesidad de un salvavidas que lo mantuviera a flote.

Inevitablemente, el deterioro mental de Syd provocó su salida gradual de la formación original de Pink Floyd. Su lugar fue ocupado por David Gilmour, guitarrista que era un viejo conocido del grupo y del mismo Barrett. Entre 1968 y 1970, Roger Waters asumió el liderazgo de la banda, mientras Syd se embarcaba en una serie de proyectos discográficos como solista y pintaba. Todavia en A saucerful of secrets, álbum editado por Pink Floyd en 1968, Barrett colaboró con el tema "Jugband blues", el cual es un excelente y conmovedor testimonio del intrincado laberinto mental al cual el primer líder de Pink Floyd se había definitivamente mudado.



Con la ayuda de Gilmour, Waters y Wright, el viajadísimo Syd pudo aún concretar dos álbumes como solista: The madcap laughs (1969) y Barrett (1970). En ellos, la ruptura de la unidad interior tradicional en cada una de las melodías es radical: abundan casos donde un acorde es casi impredecible con respecto al acorde anterior, escasean los versos que permitan un retorno cíclico o reiterativo a un motivo central, el fraseo de los instrumentos y el fraseo vocal tienden a tomar rutas casi opuestas, disonantes... Syd no dejaba de descender en el abismo donde siempre deseó perder la razón.



El inicio de la década de los 70's presenció aún momentos lamentables en el derrumbe de Syd, como aquél de 1972, cuando al presentarse con su nueva banda Stars, ejecutó tres temas con la misma animosidad de un autista y después abandonó el escenario sin advertencia de ningún tipo. Pero quizá ningún suceso evidenció mejor el patético deterioro de Barrett que aquél de junio de 1975, cuando Pink Floyd grababa el álbum Wish you we here -inspirado fundamentalmente en la triste e irreversible decadencia mental del primer líder de la banda- y Syd se presentó en los estudios Abbey Road. Obeso, con la cabeza rapada y las cejas completamente afeitadas, sus antiguos compañeros de grupo ni siquiera pudieron reconocerlo en un primer momento; Syd, exhibiendo una conducta ya plenamente orate, hablaba de apoyar con su guitarra y con su voz la nueva empresa de Pink Floyd, ignorante de que ese álbum era practicamente un réquiem al efebo efervescente e iluminado que se tirara a la locura entre 1967 y 1970.



Desde mediados de los 70's, Barrett renunció a las guitarras y a los pinceles. Se enclaustró en la propiedad que su madre tenía en Cambridge, donde se dedicó a convertir un sotano en una especie de museo de su memoria infantil y a cuidar las plantas de su jardín. Algunos periodistas se aventuraron a ubicarlo, entrevistarlo y tomarle algunas fotos en la segunda mitad de los 70's y en años posteriores; el pasmo venía cuando el Syd que envejecía y vestía como cualquier clasemediero promedio, decía no recordar al Syd Gaitero en el Preámbulo del Amanecer, y mucho menos, algo llamado Pink Floyd.

Syd Barrett se convirtió, poco a poco, en un anciano calvo, huraño y con algo de barriga. Cada vez consintió menos las miradas indiscretas y las cámaras. Murió por complicaciones derivadas de la diabetes y un cáncer de páncreas, el 7 de julio de 2006. O para ser exactos, no murió Syd: sólo murió su sombra. El Syd Luminoso tiene más de 40 años viviendo en las estrellas.